Lloremos, diosa de mi arte, el fané de mis escritos enmarca una cursi melancólica,
¿Que es difícil de entender en la obra de quién sufrió oír de amores?
Las lágrimas de vivencias platónicas nublan el tacto de los ojos, ensordecen las manos y ciegan los oídos. ¡Qué pobre es aquel que sufrió oír de amores!
Detesto todas y cada una de las impertinencias cometidas en nombre de corazones ajenos, pero anhelo ser víctima.
Cobrarte besos y dejarme acuchillar porque así acaban todos los placeres de la adolescencia, solo eso conozco y solo eso deseo, ¡qué pobre es aquel que desea!